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Matrix Revoluciones. Las terceras
partes, tampoco. |
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Una síntesis de la saga podría
ser la siguiente: hubo un arranque excedido de originalismo
y creatividad que nos entusiasmó demasiado a todos.
Los hermanos Wachowski, directores y
tambien guionistas, tomaron luego el atajo del éxito
asegurado y nos dejaron calientes cumpliendo aquel viejo
precepto que habla de la calidad de las partes. |
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Los hermanos Wachowski tiraron la toalla. La saga
de Matrix asi lo demuestra. Estos tios con aspecto
de modernos hippies judios trasnochados arrancaron con
uno de los guiones de ciencia ficción más
originales que se recuerden en la historia del cine fantástico
(claro, si lo vamos a ver con lupa encontraremos algunos
robos camuflados, pero ¿quién no roba hoy
en dia?), para luego desbarrancarse perramente, hincándose
de rodillas ante el poder del verde billete. Poder mucho
más contundente que la mismísima Matriz,
como ya hemos visto.
La primera parte de la serie nos presentaba una historia
plena de matices, intrincada y absolutamente filosofal,
enraizada en aspectos espirituales-existencialistas que
hubieran hecho sonrojar al mismísimo Deeprak Chopra.
Proponia desde un guión ágil y ameno una
sarta de diálogos ingeniosos a través de
personajes misteriosos, a veces complicados por demás
pero absolutamente atractivos. Comenzando por Neo
(un Keanu Reeves que nunca habia logrado levantar
el cachete en sus anteriores trabajos) y terminando en
esa verdadera octava maravilla actoral que es por supuesto
Hugo Weaving (el queridísimo Agente Smith).
La segunda, Matrix Recargado, era ya un bodriazo
que abdicaba de cualquier atisbo creativo para concentrarse
en la acción de peleas plenas de patadas en cámara
lenta y vuelos “a la Súperman”. Mucho
ruido y cero nueces. El cast mismo se había desdibujado
en forma alarmante, superado por personajes secundarios
innecesarios y gratuitos, con actores de escasa categoría
que remedaban una especie de tripulación de Star
Trek de segunda. Star Wars, Aliens, el regreso
(del genial James Cameron), Starship Troopers
y Blade Runner son algunas de las películas
donde los Wachowski abrevaron con saña y
en las dos últimas partes de la saga es donde ello
queda más patente. Reloaded pasó
casi sin pena ni gloria, salvo por la escena de la pelea
de Morpheus (Larry Fishburne excedido de
Serenito) sobre el camión y alguna otra bobada
dirigida a mantener babeando a los fans más recalcitrantes.
“Todo principio tiene un final”, reza el axioma
de Matrix Revolutions. Bueno, menos mal que se
dieron cuenta de que era tiempo de terminarla. ¿Necesitábamos
tres partes de Matrix?. A título narrativo no.
Pero el dinero manda.
La primera hora de la secuela final es total y absolutamente
prescindible. Los dialogos parecen mal copiados de algún
culebrón venezolano, sobre todo cuando Trinity
(la siempre pésima actriz Carrie-Anne Moss)
se pone melosa con Neo. Diálogos aburridos,
frases melladas, gestos actorales poco convincentes, intrincadas
situaciones que se resuelven sin que medie explicación
alguna y un pretensionismo a toda prueba hacen de este
final una verdadera decepción para los cinéfilos
más optimistas.
La segunda hora, sin embargo, levanta. La batalla entre
las máquinas y los hombres, en la ciudad oculta
de Zion está muy bien realizada. Tampoco es original,
seamos sinceros. De movida los robots Mecha que manejan
los hombres son copia del robot dentro del cual la Teniente
Ripley pelea contra la Madre Alien, pero mejorados. Y
finalmente se produce la Gran pelea entre Neo y
el agente Smith. Los Wachowski son reconocidos
fanáticos del comic (sobre todo del manga japonés)
y aquí es donde ponen todas sus influencias a relucir.
Dragon Ball Z y Akira les hechan una mano
en las escenas más pirotécnicas. Y eso es
todo.
La síntesis de la saga,a mi humilde entender, es
la siguiente: hubo un arranque excedido de originalismo
y creatividad que nos entusiasmó demasiado a todos.
Los directores (tambien guionistas) tomaron luego el atajo
del éxito asegurado y nos dejaron calientes. Ellos
se forraron de dólares (los nuestros) y a cambio
nos devolvieron un entretenimiento de montaña rusa,
pleno de acción pero vacío de contenido
y por cierto bastante moroso. Como pasa siempre, habrá
quienes hayan disfrutado del producto en todas y cada
una de sus partes. Los que pertenecemos a la generación
del asi llamado “cine de autor” seguiremos
esperando la llegada de algún verdadero Mesias
que nos salve de tanta mediocridad filmada. Uno que vuele
menos y que haga más. |
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