|
|
|
|
Christian Basso.
Las peligrosas aguas del eclecticismo. |
|
Christian Basso |
La Pentalpha |
(Los Años Luz, 2003) |
|
|
|
Cuando allá por septiembre de 2000 el efímero
sello discográfico Buena Beat hizo su
presentación en sociedad, traía bajo el
brazo cuatro artistas con sus respectivos discos. Tres
de ellos (Loch Ness, Virtual y TV Lounge), con olvidables
y olvidados trabajos. El cuarto, Christian Basso
con su Profanía, una
verdadera y agradable sorpresa. Una gema hoy seguramente
difícil de encontrar ya que Buena Beat
hace tiempo que dejó de existir.
Basso, socio mayoritario, creativamente
hablando, de la primera Portuaria, -banda que fundó
con Diego Frenkel y Sebastián Schachtel-, ya
había dado muestras entonces de su inclinación
hacia la fusión de ritmos y melodías de
distintos orígenes.
En ejercicio de esa pasión por el eclecticismo,
ya en su primer trabajo en solitario, adhirió
a una estética que, seguramente, habría
descubierto en alguno de sus viajes por el exterior.
Estética originada en Denver, Colorado hacia
1988 con la saga encabezada por los legendarios The
Denver Gentlemen -banda que con un sólo disco,
tardíamente editado, había dado origen
a un mito y a una genealogía de bandas de culto
encabezadas por 16 Horsepower y Slim Cessna's Auto Club
(y sus múltiples ramificaciones: Jay Munly, Woven
Hand, Lilium, Tarantella, etc.). Todos ellos sintetizadores
de un rock del cual participan: country, folklore europeo,
música de cabaret y spaghetti westerns soundtracks,
entre otras fuentes de inspiración. Basso
sumó a todo esto un ingrediente personal: melodías
de sus ancestros italianos, una pizca de Nino Rota y
la inclusión en algunos temas de la voz de una
soprano: Eva Faludi. Así lograba
un estilo propio y una estética de contundente
unidad y coherencia.
La otra "conexión Denver" la aportó
su colaboradora para ese entonces, Kelli Ann Cahoone
(hoy Kal Cahoone) -natural de... Denver, Colorado- quien
participó en la autoría e interpretación
de algunos de los temas. Cahoone hoy lidera en su ciudad
una banda llamada Tarantella (se recomienda visitar
el sitio www.taran-tella.com,
donde hay un interesante disco completo en mp3 para
descargar gratuitamente) que sigue fielmente la estética
de aquel trabajo junto a Basso.
Pasaron más de tres años hasta que el
esperado regreso discográfico de Basso
llegase. Luego de presentar Profanía
para pequeñas audiencias durante los comienzos
de 2001 y de pasar una larga temporada en España
-donde alguna vez barajó la posibilidad de radicarse-
volvió a componer y a encontrar un sello discográfico
independiente dispuesto a editarlo. Así nació
La Pentalpha, una nueva colección
de canciones que continúan la búsqueda
estética de Profanía
pero sumando algunos ingredientes y restando otros.
Y ninguna de estas dos cosas termina de sentarle del
todo bien.
La resta viene por el lado de un alejamiento del rock.
En Profanía, a pesar
de la diversidad, el rock estaba presente en esencia
y estructura. En La Pentalpha
no aparece y sí lo hacen nuevos y obvios "referentes"
casi sin procesar. Así, Piemonte es
un tema evocativo con algo más que reminiscencias
del Floyd de Atom Heart Mother; el Farewell Improptu
podría ser un pasaje de Nyman para alguna película
de Greenaway y Il circolo un original de Nino
Rota... El eclecticismo se transforma acá en
el objetivo y ya no en la esencia.
La casi omnipresencia de Eva Faludi tampoco parece ser
una buena elección. Lo que en Profanía
era un acierto, un toque de color, en
la voz de la soprano, en La Pentalpha
agobia. El mejor momento lo tiene Kal Cahoone, en su
única intervención, con Melons
-tema cuya letra le pertenece- una canción melancólica
a la medida de su eficaz y seductora voz.
La Pentalpha sin dejar de
ser un disco interesante es un toque de atención
para la carrera de Basso. Una muestra del peligro que
entraña navegar en la diversidad sin rumbo. |
|
|
|
|
|
Pequeña Orquesta
Reincidentes |
Miguita de pan |
(Mon Musique, 2003) |
|
Me pregunto si Miguita de pan,
el último trabajo de POR, es una
apuesta por pulir una estética ya de por sí
sólida, urbana, porteña y melancólica,
o simplemente un paso más en una innecesaria búsqueda
por
¿¿¿¿encajar en algún
tipo de mainstream???? Asumo el doloroso riesgo que, como
admirador de los Reincidentes, me lleva
por momentos a pensar lo segundo. Pero -justifico- como
por un camino plagado de baches, el disco no da espacio
para dejar de hacerse esta pregunta una y otra vez.
Ni Siete Suelas ni Gallo rojo, gallo negro,
los dos primeros cortes, por ejemplo, ni algunos de ritmo
más rioplatense como El vaivén,
logran la perfección intimista y trascendente de
Liso, una balada vespertina, un fantasmal suburbano
en la magnífica voz de Juan Pablo Fernández,
nublada apenas por el serrucho de Rodrigo Guerra. Pulido
perfecto. Y esa balada seguida de Turba, un Peter
Murphy aporteñado pero auténtico -que indefectiblemente
suena a Indigo Eyes, del mítico y mal
recibido Love Hysteria, segunda
producción solista del ex Bauhaus-, deja al corte
anterior brillando como una perla de sangre entre migas
de pan. Miguita de pan, el quinto tema del
álbum, podría haber quedado en la intro.
Pero los POR apostaron por sumarle (sí,
"sumarle") texto al ambiente puro que dibujan apenas con
una guitarra suave, el contrabajo de Guerra, el piano
siempre perfecto de Pesoa y una batería apenas
acariciada. Este instrumental marca el clima del disco,
pero se malogra en una lírica escasa y apocada,
que no llega a la altura de otros textos del mismo Guerra.
La que se encarna y se destroza en Yo, decimoprimer
track del disco, es un buen ejemplo de la potencia lírica
que se desperdicia en Miguita de pan. Desgarrado
a partir de una primera estrofa genial, de las más
sólidas de este trabajo, Yo construye
un universo de desesperación y entrega: "Yo
te daría mis huesos / para hacer ese fuego / que
te abrase por mí". Pulido Reincidentes,
y al viejo estilo. Desvelo, o de De
dónde mella más llevan al disco
de paseo por geografías quizás innecesarias.
Desvelo, se puebla de un suburbio afrancesado
con acordeones al uso de los que arregla Yann Tiersen
con demasiada facilidad en L´Absente.
La influencia es notoria, a pesar de que en los arreglos
se intenta desdibujarla detrás del jugueteo del
banjo y los vientos. De dónde mella más
vuelve al estilo oscuro que define a las mejores canciones
de POR, pero una vez más se doblega
al momento de la composición lírica.
Si hay una canción completa, absoluta y brutal
en Miguita de pan, esa es Tren
blanco, posiblemente la apuesta más difícil
del disco: una búsqueda que camina sobre las fronteras
del arte y la realidad. Y acá es donde los Reincidentes
muestran toda su valía, su calidad superlativa
de compositores y músicos. No es fácil caminar
por esa cornisa, filosa como una hoja de afeitar. Pero
la melodía emocionante pero jamás trillada,
simple, la letra ajustada y bella, y los arreglos exactos,
hacen de Tren blanco, la mejor canción
del disco, una de las pocas que delinea una síntesis
superadora, el POR de los discos por
venir.
Si la apuesta es encajar, entonces la influencia de un
músico maldito, uno de los más malditos
como el demencial Peter Murphy, no cuadra en la serie.
Ni qué hablar de ese juego al límite, exitoso,
soberbio, en el que se encaraman los POR
cuando se suben a cartonear en su tren blanco. Prefiero
creer, entonces, que Miguita de pan
es una búsqueda accidentada y bella. Una búsqueda
que por momentos hace pie sobre el terreno de lo conocido
para explorar, con imperfecciones y destellos de dolor,
en las sombras azules de la melancolía. |
|
|
|
|
|
Sergio Pángaro
& Baccarat |
En Castellano |
(Popart, 2003) |
|
|
Un largo y difícil camino es el que ha debido recorrer
Sergio Pángaro para lograr cierta aceptación
entre un público permeable a las modas, caprichoso,
y en ocasiones inexplicable como lo es el del under local.
Pángaro nunca hizo ni hace ningún
esfuerzo por mostrarse como parte de la modernidad. Es
más: decididamente, lo que molesta a cierto sector
de ese público es su anacronismo -es conocida su
preferencia por el Tortoni antes que por cualquier reducto
del insoportable Palermo Holywood-.
En este segundo disco de estudio (hubo un registro en
vivo grabado en la confitería La Ideal),
el trío vocal que forma junto a Adriana Vazquez
y Vanesa Strauch apela, ya desde la tapa, a jugar
con los símbolos patrios, las tradiciones argentinas,
los "sodaditos desfilando" (en la ácida
Mago Chan), para conformar un trabajo que escuchado
con atención parece por pasajes una obra testimonial
de protesta. Los problemas sociales también tienen
su lugar en la -solo en apariencia- divertida y entradora
Hippie en Constitución, la historia de alguien
que vuelve de El Bolsón luego de muchos años,
y se sorprende porque la policía está más
preocupada por reprimir manifestantes desocupados que
en perseguirlo por pelilargo.
A pesar de esto, la estética Baccarat sigue
ahí como siempre (o más que nunca), en las
historias de amor dolorosas -y glamorosas-, en la actitud
de refugiarse en un vaso, en las elegantes noches de baile
que relata este dandy que compone Sergio Pángaro,
un personaje que interpreta de maravillas pero que en
ningún momento -ahí lo honesto- intenta
vendernos como real.
La placa incluye también covers de Just A Gigoló
y Always On My Mind, así como una versión
en plan drum'n'bass de Adiviná y el colorido
videoclip de Taxi.
Los tres hermanos Clementino (Dante, Walter
y Abel en piano, guitarra y bajo, respectivamente),
más el pintoresco Marcelo Murzabal en batería,
suenan ajustados, así como es perfecto el trabajo
con los samplers, y ésta última es una de
las marcas registradas de Baccarat.
Una de las ediciones nacionales destacables de este 2003,
de una banda con la que es conveniente desprejuiciarse
y escuchar con atención (la recomiendo sobre todo
en vivo) y, por si falta agregar algo, liderada por el
mejor vocalista nacional de unos años hacia acá. |
|
|
|
|
|
Massacre |
12 Nuevas Patologías |
(Laika, 2003) |
|
|
“Sí, somos un grupo de culto, ¿y qué?”. Catupecu
Machu, Cabezones, El Otro Yo, hasta Babasónicos: todos
los rockers surgidos en los 90 parecen tener alguna clase
de deuda con Massacre. Walas y los suyos
forjaron una suerte de leyenda de la mano de su pasión
por el skate, sus presentaciones combustibles y su amor
por íconos de la cultura rock (Jerry García, Marianne
Faithfull) que, lamentablemente, en nuestro país no tienen
el reconocimiento que merecen. Figuras adoradas por un
grupo selecto y de paladar fino. Como los Massacre.
El nuevo trabajo de la banda, 12 Nuevas Patologías,
vuelve a explorar el costado temático que tan bien les
queda a los muchachos. Las Obsesiones, Las
Culpas y Las Fobias se desarrollan bajo
una capa de guitarras punk progresivas (y psicodélicas),
programaciones analógicas y el inconfundible registro
vocal de Walas (sí, no se preocupen: el megáfono también
está).
En una placa tan pareja, ensalzar un tema por sobre los
demás es una injusticia. Pero en algo estaremos todos
de acuerdo. 12… es un paso más para cimentar
la leyenda de Massacre. El grupo de culto
más famoso de toda la Argentina. Ese que todos dicen haber
escuchado o visto en vivo, pero que jamás llegará a triunfar
de manera masiva. |
|
|
|
|
|
Íntima |
Niño Bomba |
(Hypnotic Loop Records, 2003) |
|
Íntima es una banda que no para de tocar,
girar y experimentar, y ese trabajo constante se ve reflejado
en este, su primer trabajo editado oficialmente.
Soportan, eso sí, la pesada carga de ser muy rockeros
para ser electrónicos y viceversa, lo cual es una
mirada que solamente pueden plantear algunos ortodoxos
de ambos géneros que olvidan que, al fin y al cabo,
se trata de música.
Si bien Niño bomba contiene
samplers de películas, declaraciones de políticos
y personajes reconocidos, esto no influye realmente en
el resultado musical: es un álbum que cualquier
francés podrá bailar en una disco alemana,
mientras es pinchado por un DJ catalán ante una
audiencia multiétnica. ¿O acaso sabemos
o nos importa, por ejemplo, de dónde vienen esos
fragmentos vocales que aparecen en miles de tracks de
producciones internacionales? La verdad es que nos llevaríamos
más de una sorpresa desagradable.
Quizás por alguna cuestión de marketing,
sin duda ajena a la banda, se ha dicho más de Íntima
y su mensaje que de su talento musical -que lo tienen,
y lo dejan en claro en cada presentación en vivo-.
Lo confirman en este primer trabajo, sobrio, ajustado,
sin estridencias, muy bailable; muy interesante además
para escuchar detenidamente en tu casa no sólo
antes de irte de juerga.
Uno de los mejores álbumes de un año realmente
afortunado en cuanto a ediciones discográficas. |
|
|
|
|
|
Los Natas |
Toba Trance |
(?, 2003) |
|
Todo un caso el de Los Natas. Un grupo
stoner que se niega a ser clasificado dentro
de esta tendencia, demasiado heavy y psicodélico
para los punks, demasiado punk y psicodélico para
los heavys y, al mismo tiempo, respetado por todos y mimado
por la prensa. Mérito sin dudas del guitarrista
y cantante Sergio Chotsourián, el bajista Gonzalo
Villagra y el batero Walter Broide (uno de los mejores
de la Argentina, que puede ser tranquilamente comparado
con Bill Bruford y Christian Vander -Magma-), de sus muy
buenos discos y de sus excepcionales shows (verlos en
vivo es clave para entenderlos). Toba
Trance es un paso más para que a
Los Natas se los considere un grupo inimitable.
Consta de tres largas zapadas psicodélicas que
incorporan charangos, bombos legüeros y otros instrumentos
autóctonos (en ningún momento esto suena
a capricho) y potencian el volado clima que logra el trío.
Las referencias sonoras son las obvias en este caso (Arco
Iris, Octubre, Mes de Cambios de Roque Narvaja, Huinca
de Litto Nebbia) pero, sin saberlo, creo que el trío
jamás escuchó ningún disco del “folklore
rock” argentino de principios de los 70, lo
que hace al resultado mucho más disfrutable.
El último tema pone las cosas en su lugar: una
inspiradísima versión de Tormenta mental
(Brain Storm) de los Hawkwind, que demuestra
que, a la hora de rockear y crear climas, Los
Natas son insuperables. No por nada Roberto Pettinato
señaló que el grupo es el sucesor de Sumo,
tocó con ellos en vivo y se considera “miembro
itinerante” de la banda. Enhorabuena.
|
|
|
|
|
|
Rachel's |
Systems/Layers |
(Quarterstick, 2003) |
|
Algunos dicen que lo de Rachel's se trata de post
rock, mientras que para otros es avant chamber
y creo haber escuchado por ahí alguna que otra
denominación más aventurada todavía.
Lo cierto es que todo eso poco importa a la hora de escuchar
Systems/Layers, un trabajo que el trío de
Kentucky compuso para una puesta teatral del Saratoga
International Theater Institute de Nuew York.
Siendo el motor de la banda Rachel Grimes, una
pianista con formación clásica y principal
compositora, la música del grupo transita un camino
donde se reconocen tanto ecos de Tortoise o Japancakes
como de Michael Nyman o Philip Glass, gracias a la habitual
inclusión de cuerdas -una constante en todos sus
trabajos-.
Esta placa es especialmente reposada en comparación
con sus cuatro predecesoras, ya que hasta Full On Night
(2000), un trabajo en colaboración con Matmos,
eran habituales algunas violentas irrupciones ruidistas
o prolongados pasajes no precisamente tranquilos. En Systems/Layers
esos pasajes han sido reemplazados por tomas de sonido
ambiente en diferentes lugares (aeropuertos, parques de
diversiones, con diálogos o parlamentos) asociados
con el desarrollo de la acción de la pieza teatral.
Los diecinueve tracks fluyen tan natural y coherentemente
que sobre el final creemos haber escuchado sólo
un largo tema de una hora de duración.
Esto no significa monotonía: en Water From The
Same Source tenemos una fina interacción entre
piano y cuerdas sobre batería, así como
Even-Odd presenta una base de cellos enloquecidos
sobre los que se deslizan violines disonantes. Hay ejercicios
minimalistas (Arterial), alguno netamente percusivo
que especula con resonancias (Reflective Surfaces)
y, por supuesto, lo que podría ejemplificar el
sonido típico de la banda en el emotivo And
Keep Smiling.
Siendo recomendables cualquiera de los trabajos del trío,
Systems/Layers es, aparte de un gran disco en sí
mismo, una buena carta de presentación para quienes
quieran conocer a Rachel´s sin sobresaltos
para luego animarse con sus placas anteriores. |
|
|
|
|
|
Refree |
Nones |
(Acuarela, 2003) |
|
Raúl Fernández es un hombre
multifacético -periodista, músico y agitador
cultural- de Barcelona. Más exactamente de Lleida.
Allí, donde la niebla siempre se queda.
En los tempranos 90 integró la banda Corn
Flakes a la que escuché por accidente
en alguno de aquellos CD's que venían con la Zona
de Obras (¿volverán?).
Luego, le perdí el rastro hasta ubicarlo en el
grupo Elena, una auténtica joya,
que, además de dejar dos grandes discos, dejó
también un magnífico EP llamado CCCP,
con una soberbia canción como la que le daba el
título.
Pero el señor Fernández
tenía un as bajo la manga. Se trataba de Refree
-un proyecto casi solitario- que ya lleva editados dos
discos: Quitamiedos (Acuarela,
2002) y el que nos ocupa.
Decimos que Refree es prácticamente
un proyecto solista, ya que Fernández
se rodea de exquisitos amigos/colaboradores para enriquecer
su trabajo. De todos saca lo mejor y con todos da forma
a Refree, quizás su verdadero
yo entre sus múltiples proyectos.
Como detalle de estas colaboraciones da gusto destacar
la presencia de dos mujeres tremendas y dulces por igual.
Pone su voz la natural de Gijón Irene Tremblay,
de Aroah, y la carátula del disco
es obra de la cantante francesa Francoiz Breut,
que por lo visto además de ser una exquisita intérprete
también demuestra ser una interesante artista plástica
con la enigmática y bonita tapa que logra.
Fernández, además, rescata
en Nones el idioma catalán
-que aparece episódicamente a través de
algunas de las canciones del disco- que, para sorpresa
de quien escribe, es todavía resistido incluso
en la misma Barcelona, dejando al margen del éxito
a bandas que sólo cantan en esa lengua, como Aquitamxe.
Precisamente en ese idioma la palabra Nones
alude al dormir o al sueño. Como en otro gran disco,
de otro catalán, Albert Plá,
llamado Nanas, de reciente aparición.
Más allá de esta somnolienta coincidencia
barcelonesa, hay que decir que este trabajo de Refree,
jamás nos conduce a la cama. Nos deja atentos,
con ganas de más, desde la sombría luz de
El reloj (nada que ver con el conocido bolero,
claro) a la emotiva épica de El cuarto deseo.
Un gran disco para una trayectoria impecable. Nos faltaría,
como siempre, apreciar estos artistas en un escenario
para poder redondear íntegramente el placer de
escucharlos. |
|
|
|
|
|
David Sylvian |
Blemish |
(Samadhi Sound, 2003) |
|
David Sylvian es un caso inusual - aunque
no único - dentro de la música rock, alguien
equiparable a lo que es Woody Allen para el cine. No se
trata de "el tipo que trabajó con todos"
sino del tipo con el cual todos parecen aceptar grabar.
Remontándonos a 1984 y bajando nombres para conformar
una incompleta lista de colaboradores de estudio, aparece
gente como Holger Czukay - amigo personal, y con quien
realizó trabajos firmados a dúo -, Percy
Jones, Mark Isham, David Torn, Brian Gascoigne, Ryuichi
Sakamoto, Robert Fripp - otro amigo -, Steve Nye, Danny
Thompson, el exquisito jazzman Kenny Wheeler,
Jon Hassell, Michael Brook, Mel Collins, B.J.Cole, y siguen
las firmas. Para seguir sumando y llegado el momento de
grabar Dead Bees On A Cake (1997) contó
con Marc Ribot y el finísmo John Giblin sumados
a los conocidos de siempre.
Por ser alguien que se toma sus largos tiempos para dar
a conocer trabajos, Blemish es - más
allá de vivos, alguna colaboración, bandas
sonoras, música para instalaciones y cosas similares
- su reciente primer trabajo de estudio desde Dead
Bees..., y para no desaprovechar la ocasión
no sólo estrenó sello discográfico
propio (Samadhi), sino que convocó al legendario
Derek Bailey para retorcer el disco más austero,
íntimo y a la vez experimental de su carrera.
Tan breve como el inmenso Secrets From The Beehive
(1987) - apenas cuarenta minutos - pero prescindiendo
de su preciosismo, Blemish es indudablemente
un álbum casero, que surge de improvisaciones y
bocetos, un trabajo sensible y despojado donde, por otra
parte, se escucha cantar a Sylvian como pocas veces, suelto
e imponente. Es como si la peculiar característica
de estas tomas le hubiese dado una libertad que antes
no se permitía, sin rigidez.
Siendo lo anterior una impresión muy personal,
lo innegable a oidos de cualquiera es la perfecta química
entre Bailey - poco acostumbrado a los formatos tradicionales
y no demasiado amigo de las partituras - y la fuerte presencia
de la voz de Sylvian, vocalista que en cierto modo podría
denominarse "formal". Uno trata de imaginar
y hasta llega a percibir, en ocasiones, el trabajo de
uno y otro: el guitarrista buscando dar una base adecuada
pero sin perder nunca el vuelo, todavía poniendo
la nota inesperada en el momento menos supuesto, y el
vocalista tratando de desplegar su lírica sobre
esas construcciones endiabladas. Ambos lo logran y - ahí
el mérito - sin que se note esfuerzo de parte de
ninguno, con naturalidad. Blemish
significa algo así como afear o mancillar;
si ésa fué la intención de Sylvian
debemos avisarle que no lo logró: nos entregó
otra muestra de belleza a las que nos tiene acostumbrados. |
|
|
|
|
|
The Beatles |
Naked Let It Be |
(EMI, 2003) |
|
La historia detrás de este Naked...,
que parece salido de la galera como un “casual regalo
de fin de año”, cuenta que cuando The Beatles ya habían
terminado de grabar lo que sería su canto de cisne, a
Lennon se le ocurrió que la cinta debía pasar por las
manos del productor americano Phil Spector. En ese momento
John se encontraba enfrentado en una durísima pelea con
su coequiper Paul McCartney y, mientras en Apple se decidían
asuntos algo más importantes (si la banda seguía o no,
por ejemplo), Lennon vio la oportunidad de clavarle otra
banderilla en el lomo al autor de Yesterday.
Y tal como era su personalidad, no dudó en hacerlo. De
manera que, aún ante la clara protesta de Paul, las cintas
le fueron enviadas a Spector. Este raro y oscuro personaje
(que en estos días ha sido acusado por el asesinato de
su propia secretaria) era bien conocido en los años 70
por lo que se dio en llamar “la pared sónica”. En términos
de grabación, esto consistía en una cantidad de adornos
de cuerdas, vientos y coros que Spector le adicionaba
a todo lo que pasaba cerca de él. Y Let It Be
corrió la misma suerte. La historia oficial relata que
incluso costó bastante trabajo recuperar la cinta, porque
el señor Spector se negaba a devolvérselas en término.
Cuando The Beatles finalmente la recuperaron, Paul, George
y Ringo se querían matar. Spector había puesto sus dedos
en ella, y así el cuarteto de Liverpool oyó por primera
vez uno de sus discos adornado con voces femeninas, además
de la consiguiente masa orquestal.
Treinta y cuatro años más tarde llega Naked...Let
It Be. Se trata de la grabación beatle original
a la que se le sacó todo el trabajo de Phil Spector. O
sea que lo que ahora se escucha es exactamente lo que
los Fab Four grabaron en su momento, el peor
de toda su carrera. El disco es una joya para coleccionistas
(que de cualquier manera siempre tuvieron alguna copia
pirata) pero el resto del público difícilmente lo hallará
atractivo como para tenerlo a toda costa. Es cierto que
el trabajo de remasterización es una verdadera obra de
arte. Es cierto que las cuerdas y metales y coros desaparecieron.
Es cierto que la versión de Let It Be
es una toma alternativa muy estimulante. Es cierto que
el pack incluye un segundo disco con discusiones de Los
Beatles durante los ensayos (¿a quién le interesa esto?),
es cierto que el booklet interno está muy completo. Pero
¿y el tufillo a robo para la corona quién se lo quita?.
Para muchos fanas del cuarteto este es el disco menos
interesante, porque se nota de muchas maneras que estuvo
realizado en un momento pésimo (George Harrison llegó
a renunciar a la banda en medio de la grabación, para
irse a tocar con Dylan), cuando estaban peleados entre
todos. Si te sobra algún billete y no hay nada mejor que
comprar... Pero mejor se lo pedís a Papá Noel. Por aquello
de que “a caballo regalado...”. |
|
|
|
|
|
|
|
|
|