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Pascal Comelade. El minimalismo mediterráneo. |
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El
primitivismo como forma de vida |
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Y el fuego que la hará arder no es otro que el descubrimiento
de lo que el mismo Comelade no dudó en denominar como
Primitivismo.
Posiblemente, la primera etapa de Comelade esté marcada por todos los acontecimientos que he citado anteriormente, pero no menos importante es el fondo musical casi imperceptible en el que surgieron.
Comelade, a mediados de los ochenta, se da cuenta de la
influencia que el folclore catalán tiene en su música
y, extrapolando, la que posee el folclore internacional
en la de todos los demás compositores. De esa manera empieza
a trabajar en la convergencia de las músicas "populares"
y "avanzadas", demostrando el origen común de
ambas. De ahí procede el término "primitivismo",
como un grito redentor hacia una vuelta a la rudeza de
la música antigua, buscando la esencia original y alejándose
de las etiquetas y la pulcritud de los músicos virtuosos.
Comienza la "esquizofrenia".
Se puede decir que Comelade se desengaña de los milagros de la música progresiva, del minimalismo y del avantgarde, refugiándose en una concepción más folk, especialmente en la instrumentación. Según palabras del propio Comelade: "En Francia nunca me lo perdonaron". El Primitivismo (1987), es el testamento sonoro de todo este cambio de mentalidad. Envuelto en una preciosa ilustración del pintor Ceesepe (con el cual mantenía amistad desde que musicara su película El eterno adolescente) de ambiente portuario, marca un momento definitivo en la producción comeladiana. Aunque el estilo de Comelade está en constante evolución (o involución, o revolución, o a saber qué), aquí si que se tiene ya una línea reconocible y esencial.
Prácticamente todo el disco es delicioso (ciertos temas
experimentales ponen la nota disonante, aunque eso es
algo que continúa aún en sus últimos discos), aunque merece
la pena destacar algunas canciones. Como Brune on
Brune, un tema ensoñador de aroma ligeramente ligado
a la bossa-nova, Your Labios as Tulips (comienza
la esquizofrenia también en los títulos) más
solemne y con ecos de sardana o, entre las versiones,
Amarcord (Nino Rota), Honky Tonk Woman
(Rolling Stones), O, Caroline (Robert Wyatt),
Volando voy (de Pata Negra, grupo de su antiguo
amigo, el ahora famoso Raimundo Amador) o la visión cándida
y entrañable, como de juguete, de todo un clásico del
rock'n roll como Sweet Little Sixteen.
Contra todo pronóstico, la música de Pascal Comelade, ignorada más allá de un círculo muy reducido de aficionados catalanes y franceses, triunfa, nadie sabe muy bien cómo, en Japón.
Tal vez la cultura musical japonesa, muy influenciada,
al igual que Comelade, por el rock'n roll americano de
los 50 y la música surf encuentra en los pianos
de juguete de Comelade, ese aroma zen que no acababa de
obtener por otras vías. Eso, junto a la afición nipona
a las versiones, hacen que muchos de los temas de Comelade
sean utilizados en Japón (aún hoy) como bandas sonoras
de anuncios. Esto obliga a su discográfica a publicar
Bel Canto y El Primitivismo
en Japón, bajo el título conjunto de Impressionismes.
Prácticamente ajeno a este revuelo, Comelade se entrega a desentrañar los misterios ocultos tras el folclore de su tierra y publica a comienzos de los 90 la divertidísima Enciclopedia Logicofobista de la Música Catalana, que viene a ser todo un compendio anecdótico de personalidades y términos propios del mundo catalanoparlante. Además se instala definitivamente en Vernet-les-Bains, una pequeña aldea del Pirineo franco-catalán situada cerca de Perpiñán (Francia), donde todavía reside en la actualidad.
Ya en Vernet-les-Bains, produce su nuevo disco, Cent
Regards (1990). Este álbum viene a ser una
continuación mejorada de El Primitivismo.
En esta ocasión, las composiciones propias tienen un encanto
ya comparable al de las versiones (escogidas con auténtica
delicadeza). Entre las primeras, destacar el Tango
del Rosselló (de clara influencia por parte de su
admirado Satie) o el insondable y policromático Bolero
callejero (en mi opinión, uno de sus mejores temas).
Entre las versiones, sorprende A las mujeres
(versión de Ramona, efímero éxito de los 60 interpretado
por los holandeses Blue Diamonds), Pround Mary
(Creedence Clearwater Revival), o las reconstrucciones
de clásicos como Stand by Me o incluso la canción
republicana de la Guerra Civil Española A las barricadas
y el anónimo himno partisano Bella Ciao. Cent Regards también se publica en Japón, bajo el nombre de 33 Bars y esta vez el éxito hace que Comelade vaya de gira a Oriente, experiencia muy poco satisfactoria, según él mismo ("…fue un mes comiendo mierda total"). Poco después publica Ragazzin' the Blues (1991), con el cual consigue algo más de éxito en Francia. Este álbum puede verse, por una parte, como una prolongación de los dos discos anteriores, y por otra, como un acercamiento a un sonido más clásico, más pianístico, que aporta una tranquilidad en cierta medida necesaria, pero quizá reveladora de un cierto cansancio de las ideas puramente primitivistas.
Entre los temas "primitivistas", resaltan Neo-Realismo
de l'Habanera (como indica el título, una canción
en la que Comelade consigue situar La Habana en Calabria,
vía Barcelona), Café, copa y puro (con influencia
de las marchas de Moros y Cristianos) o Return de
Johnny Guitar (una especie de tango soleado). Y entre
los más clásicos, A Glass of Gaz (muy minimalista)
o Valse de la Aiguille Creuse (otra de sus grandes
canciones, dotada de una melancolía de una sugerencia
sorprendente).
Un dato muy importante es que Ragazzin' the Blues, a diferencia de los otros discos primitivistas, carece de versiones, lo que lleva a pensar que realmente Comelade ya ha superado una segunda fase. Si bien primeramente se dedicó a experimentar hasta encontrarse consigo mismo (curiosamente en su tierra), en esta etapa primitivista definió su estilo básicamente mediante versiones. Con este último disco, Comelade demuestra haber encontrado ya su estilo, pero tal vez da la impresión de necesitar una última revelación.
Esta revelación se la dará Jaume Sisa pero, antes de embarcarse
en ella, a Comelade aún le da tiempo de cerrar esta etapa
con un nuevo disco enfocado al mercado japonés, esta vez
totalmente nuevo, aunque esté compuesto de revisiones
de otras canciones interpretadas anteriormente, pero ahora
exclusivamente en piano.
Este disco es Haïkus de Pianos
(1992). En mi opinión se trata del disco más serio, el
más apropiado para introducirlo al oyente acostumbrado
al clasicismo y, posiblemente, uno de los mejores. Eso
se debe a que, en esta ocasión Comelade, prescinde de
la ornamentación instrumental primitivista, pero sigue
sonando tan "Comelade" como siempre. Mediante
pianos tradicionales y toy pianos, consigue dignificar
su estilo y borrar la sombra de broma que lleva escondida
casi siempre cualquier versión suya. Ya definitivamente
poseído por el espíritu de Satie, Comelade se supera en
sus "auto-versiones" de sus ya de por sí impagables
Tango del Rosselló y Valse de la Aiguille
Creuse, demuestra cuan enormes son sus influencias
(excelente versión de I Surrender, del grupo
tecno-punk neoyorkino Suicide) e incluso se atreve, y
se delata, con una Marcha Mora. |
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Como decía, Comelade pasa por estos años, un periodo de bonanza tan apabullante que sólo puede ser síntoma de un inminente encasillamiento. Ante el peligro de que se pasara toda la vida como "ese músico primitivista tan admirado en Japón", su amigo, el siempre genial Jaume Sisa, le da la idea. Pascal Comelade había conocido al cantante Jaume Sisa años antes y juntos interpretaron la canción Yo quiero un T.B.O., para el Salón del Cómic de Barcelona, aunque Sisa firmó como Ricardo Solfa, uno de sus innumerables pseudónimos.
A partir de ahí, Sisa empieza a interesarse por la música
de Comelade hasta extremos de considerarlo un "músico
galáctico", término que él aplica a sus propias canciones,
en las que consigue revolucionar el concepto de la chanson
con elementos de la ciencia-ficción, el cómic y el costumbrismo
más delirante.
Sisa, que al igual que Comelade, cree en la convergencia
de las diversas formas musicales, le comenta la idea de
enfocar su próximo proyecto como una revisión "galáctica"
de aquel género casi olvidado y del que ya, en parte,
se había alimentado con anterioridad: la Música Mediterránea.
Cuando Comelade decidió dar un giro a su carrera musical desde una perspectiva primitivista, ya se basó en el folclore catalán que le era más cercano, como las sardanas, al que le añadía diversos elementos cultos, alternativos y populares, sin distinción alguna. Pero es ahora cuando decide, por una parte ampliar su referencia base a todos los sonidos de las regiones mediterráneas, y por otra limitar ligeramente las referencias externas, con la ambiciosa propuesta de regenerar la música mediterránea a golpe de imaginación y talento. Por lo tanto, Comelade se lanza definitivamente al vacío y se atreve con prácticamente todo: pasacalles, pasodobles, balls d'envelat, zigo-zigos, canciones napolitanas, tarantellas, barcarolas, rumbas, tangos, valses… nada se escapa ahora de la visión cubista del genio.
La primera muestra de esta etapa es Traffic
d'Abstraction (1993), un disco lleno de
color ya desde la imaginativa portada de Robert Combas
y del que se podrían destacar algunas gemas perfectamente
logradas. Una de ellas, es The Skatalan Logicofobist,
una de los temas más representativos de Comelade, en el
que conviven piano, acordeón y saxo generando lo que,
supongo, es el primer tema de ska mediterráneo
del mundo. Otros temas apabullantes son el Zigo-zigo
della Moreneta, donde mezcla a traición las desamparadas
verbenas populares con Nino Rota o A la Recherche
du Barón Corvo, que viene a ser un filtrado melancólico
de My Way. Con este disco, Comelade retoma, con
mesura, el uso de las versiones, destacando una visión
plácida, sonriente y encantadora, premeditadamente cálida,
del clásico de Bob Dylan Like a Rolling Stone. Traffic d'Abstraction es lanzado en Francia, España, Alemania y Japón, logrando un notable éxito de crítica. Varias publicaciones lo escogen como uno de los mejores discos del año y la Academia Francesa de la Música lo elige como el Mejor Álbum Instrumental de 1993.
Tras este disco, Comelade, muy a su pesar, vuelve a Japón,
donde interpreta The Three Penny Opera, sobre
el original de Kurt Weill y Bertolt Brecht. Allí, Comelade
no deja de sorprenderse por la afición que sigue generando
su música, en oposición al desconocimiento popular, que
aún con la crítica a favor, tiene en Europa.
Tras esta experiencia teatral, Comelade vuelve a la carga
con nuevas fuerzas y publica El Cabaret Galactic
(1995), que aún hoy es considerado por muchos aficionados
como "el disco" de Pascal Comelade. Con portada
de Willem Celle, viene a ser lo que Cent Regards
fue a El Primitivismo: más y
mejor.
El disco se abre (y se cierra) con un tema abrasivo y espectacular, Clair de Lune a Pampelune, que con una euforia a medio camino entre los Balcanes y Valencia ya indica cuales son las intenciones. Obras cumbre de Comelade se encierran en este disco, como es el caso de la tremenda The Lollobrigida Foxtrot, un fox-trot salino en honor de la actriz Gina Lollobrigida. O las no menos evocadoras Le Dompteur de Mouches de Figueres o Chanson de Charme pour Faux-Nez, luminosas y con melodías que recuerdan a una mezcla de canciones italianas, temas de circo y bandas sonoras de antiguas películas de cine.
Entre las versiones, brillan como nunca la adaptación
de la Historia d'un Amor, un tema recurrente
en las recopilaciones comeladianas, y la versión de Moritat
Von Mackie Messer, de Kurt Weill (que popularizaran
los crooners de los 50 como Mack The Knife),
clara influencia de su experiencia teatral en Japón.
He de comentar que durante la grabación de todos sus discos en solitario hasta este momento, Comelade oscila entre el trabajo en soledad, tocando todos los instrumentos en pistas, y la colaboración con otros músicos entre los que destacan los miembros originales de la Bel Canto Orquestra. No obstante, a partir de la publicación de El Cabaret Galactic, centraliza a la Bel Canto en Barcelona, siendo sus nuevos integrantes: Gat, Mark Cunningham, Jakob Draminsky y Oriol Perucho.
A partir de entonces, comienza una época extraña en la
música comeladiana. Como veremos más adelante, se reiteran
años de colaboraciones con amigos, temas para recopilatorios,
discos de revisiones de sus canciones, canciones para
el cine, etc.
Todo indicaba que la época mediterránea había acabado con una obra insuperable como era El Cabaret Galactic y que Comelade estaba buscando de nuevo una nueva sensibilidad en otras formas musicales.
Sin embargo, a partir su activa tarea de producción dentro
del disco que marcaba el retorno de Jaume Sisa (Visca
la Llibertat), Comelade retomó la idea de
revolucionar la mediterranía.
De esa forma, siete años después de El Cabaret
Galactic, Comelade publica, con ruptura
con su discográfica de toda la vida (Les Disques du Soleil
et de l'Acier) inclusive, el tercer vértice de esta, de
momento, trilogía: Psicòtic Music' Hall
(2002). Concebido bajo las mismas premisas que los dos
anteriores, éste destaca por una mayor presencia instrumental
de la sección de vientos. De hecho, el propio Comelade
reconoce que, durante la grabación, por momentos parecía
un disco de brass band. No obstante, esta reiteración
sonora no hace más que darle una coherencia al disco,
a diferencia de las algo deslavazadas anteriores entregas.
De ese modo y tras apasionadas escuchas, puedo afirmar
que éste es el disco más redondo de la "Trilogía mediterránea".
Desde el primer corte, ese tórrido Lumpen-Harmony,
Comelade ya demuestra su gran estado de forma. Y temas
como el lleno de sentimiento y mood Bob Atchum
was a Mix-Chum, el saltarín Il Luna Park Galáctico
(Paso Triple), el nostálgico Al Pianista della
Bodega Bohemia o el definitivo que da título al álbum,
Psicòtic Music' Hall, (rock'n roll + pasacalles
+ Goran Bregovic) no hacen más que cerciorarlo. Aparte,
el sentido Sense el Ressò del Dring (que utilizó
la cadena de televisión española TV3 para una serie
de anuncios promocionales) se convierte de manera automática
en uno de los grandes clásicos de toda su discografía.
Por si fuera poco, la edición francesa del disco incluía
dos temas nuevos más que destacables: Contre le Style,
una aproximación desde el rock y el minimalismo al discurso
de la trilogía (guitarra de plástico y homenaje a los
Kinks incluidos), y A Hard Mortadelo's a-Gonna Filemón
Fall, tremendo pasodoble galáctico.
Al día de hoy, esta es la última referencia publicada por Pascal Comelade, aunque entre sus futuros proyectos está el de realizar un álbum sobre las canciones de la Guerra Civil española.
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